Nueva Experiencia:
He vuelto después de un par de meses y, la verdad es, que
echaba de menos escribiros como antes, tan regularmente y de corazón. Como os
comenté, por fin vivo en Alicante, un sueño hecho realidad, junto con mi
pareja, con la cual estuve durante mucho tiempo esperando este momento, de
hecho, sigo sin poder creerlo.
Nunca pensé que podría independizarme y, mucho menos, vivir
con alguien que me quisiera de verdad y se preocupara por mí; voy
acostumbrándome cada día y sin problemas, aunque al principio me costó un poco
debido al increíble cambio que había acontecido en mi vida. Unos pocos
recuerdos surgieron en mi mente, primeramente el hecho de que mi madre siempre
trató de educarme dentro de la independencia en cualquier ámbito de mi vida, en
cambio, mi padre siempre me ha hecho dependiente de todo, así que, esto ha
provocado que me sintiera incapaz de empezar una nueva vida por mí misma.
Después de este tiempo, tengo claro de que toda aquella confusión era absurda y
que soy más que capaz para ser tan independiente como me había propuesto.
Hace unos años, me lo hacían todo porque estaba estudiando y
no tenía casi tiempo para hacer los quehaceres habituales de una casa, pero
ahora tenemos que hacérnoslo todo nosotros y, la verdad, aunque llegue a casa
cansada de trabajar, hago todo lo que se tiene que hacer y sin una sola queja
(tanto con la ayuda de Fabio como sin ella) no me cuesta nada hacerlas, de
hecho, las realizo con todo el cariño del que soy capaz porque todo lo que hago
es para nosotros y para nuestra casa, para seguir compartiendo momentos,
palabras, abrazos, comidas y postres, incluso la ducha. Me hacen gracia las
personas que se quejan constantemente de hacer estas cosas, de mantenerlo todo
limpio o cocinar, si lo hicieran a gusto y no necesitaran la aprobación o
valoración de nadie, esto no pasaría; además, mucha gente tiene la manía de
recordarte de que cuando eres independiente tienes que hacer muchas cosas, que
no puedes con todo, que te cansas de hacer siempre lo mismo, pero no me quejo,
acepto que hay que hacerlas y las hago porque, aparte de que hay que hacerlas,
las hago de corazón.
Al principio, he de reconocer que Fabio y yo estábamos muy
nerviosos debido al paso tan importante que íbamos a dar, pero después de
empezar a vivir unos días juntos, todo esto dejó de tener importancia, las
dudas se esfumaron y la tranquilidad empezó a formar parte de nosotros (aunque
él ya es tranquilo de por sí). Los primeros tres días fueron un poco duros
porque todavía estaba acostrumbrándome a todo el cambio tan radical que
acontecía en mi vida pero después, conforme fuimos limpiando y arreglando todas
nuestras cosas en el piso a nuestro gusto poco a poco, todo mejoró gratamente y
sin problemas, sintiéndome como en casa y más querida de lo que jamás me había
sentido.
El trabajo tiene sus momentos, es decir, a veces hay momentos
en los que te estresas un poco de tanto ir de aquí para allá con rapidez, pero
otras veces, se hace todo sin percances y sin situaciones fuera de lo que
llamaríamos tranquilas. Me ha gustado empezar algo nuevo que no había hecho
antes y ni siquiera pensaba que fuera capaz de hacerlo, pero después de
acoplarme bien a las circunstancias, ahora no me importan los cambios en el
trabajo, me pongan donde me pongan, me sirve y me lo tomo con filosofía, si
acabo cansada es porque he tenido una tarde productiva.
Poco a poco todo mi cuerpo ha vuelto a la completa
normalidad, sigo tomando algunos relajantes naturales para ir más relajada al
trabajo pero el sofá es lo que me hace sentirme mejor después de unas horas
algo estresantes, es como mi mejor amigo al llegar. Cuando Fabio me propuso que
viviésemos juntos, me quedé alucinada porque jamás pensé que viviría con él (a
pesar de llevar desde que éramos amigos hablándolo) pero le dije que sí sin
pensarlo dos veces, era lo que más quería en aquellos momentos, ahora sigo
queriéndolo y disfrutándolo día tras día, no me imagino estar de otra forma,
será por lo a gusto que estoy… dejé a mi familia atrás, diría también amigos
pero no tenía ni uno, así que, no me costó lo que debió de costarle a otros
irse de su ciudad natal. Estoy en contacto con quién quiero estar en contacto y
de vez en cuando hablo con varias personas que de verdad me encanta mantener
conversaciones interesantes y olvidando las relaciones tóxicas, aunque haya
cosas que no se olvidan fácilmente.
Cada día hay una cosa nueva y diferente en casa, de hecho,
vivir con Fabio es muy divertido y, la verdad es que no paramos de hacer cosas
y reírnos. Hay momentos y momentos pero me encantan aquellos en los que llega
de trabajar hecho polvo y conforme estamos hablando o viendo la televisión, se
va animando o cuando empiezo a hacer tonterías de las mías (estoy como una
cabra, sí) y él se ríe, terminamos apoyándonos el uno al otro aunque no lo
hablemos en sí y cuando estamos cansados, el otro sabe cómo aliviarte sacándote
una sonrisa o con un agradable masaje, aunque tener un día libre en el trabajo
también ayuda. No cambiaría estos momentos por nada, me gusta tenerlos día a
día y no hay nada que me provoque dudas o esa seriedad que tenía en un pasado o
esa tristeza que hacía que me salieran lágrimas, nada de eso importa ya.
Durante todo este tiempo, he pensado en hacer cosas nuevas
para compartir con vosotros, tanto en las entradas como en Instagram, de hecho,
cuando podamos comprarnos una cámara, vamos a tener un canal de YouTube donde
podréis seguirnos y vernos en vivo y en directo compartiendo aquello que nos
gusta (ya lo veréis, todo se está planeando poco a poco), tengo en mente nuevos
temas de los que me gustaría hablar y varias cosas que he ido haciendo y que
quiero enseñaros, esperando siempre vuestras opiniones. Siento que haya pasado
tanto tiempo, pero la paciencia es la mejor ciencia y mucho más cuando eres
impaciente. Me alegro por haber vuelto, queridos lectores, ya podéis seguir
disfrutando de mis entradas cada vez que gustéis.
Un beso y un abrazo, como siempre.
Bienvenidos por aquí otra vez.
¡¡¡Hola!!!
ResponderEliminarQué bien que estés de vuelta.
Es muy interesante lo que dices, yo creo que hay que educar en la independencia. A mí con un mis hijos me pasa un poco lo que decías de hacer las cosas cuando estudian. El año pasado mis hijos salían de casa a las siete de la mañana y volvían a las siete de la tarde y con trabajos qué hacer, así que yo intentaba facilitarles las cosas y ellos tienen que aprobar, claro. Pero en la vida en general hay que ser independientes. Me alegra mucho que estés tan feliz.
Besos.
¡Holis! Gracias por tu comentario. Estoy de acuerdo en lo de la independencia como bien dices, no se debería dejar que los hijos se peguen tanto a los padres o que no sepan hacer las cosas por sí mismos, luego pueden llegar a no verse capaces de hacer las cosas con soltura y pueden verse en situaciones confusas.
EliminarBesillos.